El verano trae consigo altas temperaturas, invitándonos a disfrutar de actividades refrescantes como nadar en el mar, ríos, lagunas o piscinas. Sin embargo, esta práctica, tan común y divertida, puede tener consecuencias negativas para la salud ocular si no tomamos las precauciones necesarias. El doctor Elmer Huerta, junto con otros especialistas, explica los riesgos y las medidas preventivas para proteger nuestros ojos al nadar en diferentes tipos de agua.
El impacto del agua de mar en los ojos
El agua de mar, con su elevada salinidad, puede causar irritación en los ojos al abrirlos bajo el agua. Según el doctor Huerta, la conjuntiva, esa fina membrana que recubre el ojo, puede inflamarse, generando síntomas como enrojecimiento, ardor e incluso conjuntivitis.
¿Por qué sucede esto?
La sal actúa como un agente irritante que deshidrata la superficie ocular. Además, el mar contiene bacterias y microorganismos que pueden penetrar en un ojo ya irritado, aumentando el riesgo de infecciones graves. Una de las complicaciones más severas que puede presentarse es la úlcera corneal, una lesión dolorosa en la córnea que, si no se trata adecuadamente, podría causar pérdida de visión.
Para aliviar las molestias causadas por la exposición al agua salada, los especialistas recomiendan el uso de lágrimas artificiales, que ayudan a hidratar los ojos y reducir la inflamación. No obstante, este producto debe utilizarse bajo indicación médica.
Piscinas: el peligro del cloro
Aunque el agua de las piscinas no contiene sal, el cloro utilizado como agente desinfectante también puede ser altamente irritante para los ojos. Según Sharon Theimer, experta ocular de Mayo Clinic, el contacto con agua clorada puede provocar conjuntivitis química, cuyos síntomas incluyen enrojecimiento, visión borrosa, fotofobia (sensibilidad a la luz) e incluso dolor ocular.
El cloro altera la capa protectora de las lágrimas en nuestros ojos, haciéndolos más vulnerables a la irritación y la sequedad. Además, si el agua de la piscina no está adecuadamente tratada, puede contener microorganismos que incrementen el riesgo de infecciones.
Lagunas y ríos: un riesgo natural
Aunque el agua dulce no contiene sal ni cloro, tampoco está exenta de riesgos. Las lagunas y los ríos pueden albergar bacterias, virus y parásitos que afectan la salud ocular. Según el oftalmólogo Luis Izquierdo Villavicencio, el contacto con estas aguas puede causar infecciones por hongos o parásitos, cuyas complicaciones pueden incluir infecciones severas que requieren tratamiento médico inmediato.
Medidas de prevención para cuidar tus ojos al nadar
Proteger tus ojos mientras disfrutas del agua no tiene por qué ser complicado. Los expertos recomiendan seguir estas prácticas para minimizar los riesgos:
1. Evita usar lentes de contacto al nadar
Si utilizas lentes de contacto, es esencial retirarlos antes de entrar al agua. Estos pueden atrapar microorganismos entre el lente y la córnea, incrementando significativamente el riesgo de infecciones. Si necesitas visión clara durante el nado, opta por lentes de natación graduados.
2. Usa lentes de natación adecuados
Los lentes de natación son una barrera eficaz contra el agua, ya que crean un sello hermético que protege los ojos del contacto directo con agentes irritantes o contaminantes. Asegúrate de elegir lentes de buena calidad y ajustarlos correctamente para evitar fugas.
3. Hidrata tus ojos con lágrimas artificiales
En caso de que tus ojos entren en contacto con el agua, el uso de lágrimas artificiales puede proporcionar alivio inmediato. Este producto ayuda a reducir la inflamación, el ardor y la sequedad ocular. Es importante usar lágrimas artificiales recetadas por un especialista para evitar efectos adversos.
4. Evita abrir los ojos bajo el agua si no es necesario
Aunque puede ser tentador observar bajo el agua, especialmente en aguas cristalinas, lo mejor es evitarlo a menos que lleves lentes de natación.
5. Lávate los ojos con agua limpia después de nadar
Al salir del agua, enjuaga tus ojos con agua limpia y fresca para eliminar cualquier residuo de sal, cloro o microorganismos.
Síntomas de alerta: ¿Cuándo consultar a un médico?
Si después de nadar experimentas alguno de los siguientes síntomas, es fundamental acudir a un especialista:
- Enrojecimiento persistente que no desaparece tras unas horas.
- Dolor intenso o sensación de arenilla en los ojos.
- Visión borrosa que no mejora.
- Inflamación significativa en los párpados o el área ocular.
- Secreción ocular inusual.
El tratamiento temprano puede prevenir complicaciones graves y preservar la salud ocular.
Un llamado a la conciencia
La salud ocular es fundamental, y a menudo la damos por sentada al realizar actividades recreativas como nadar. Sin embargo, comprender los riesgos asociados al contacto con diferentes tipos de agua nos permite disfrutar del verano de manera segura y responsable.
Proteger los ojos es una inversión en nuestra calidad de vida. Con simples medidas preventivas, como el uso de lentes de natación y la hidratación adecuada, podemos evitar molestias e incluso complicaciones graves. Este verano, disfruta del agua, pero recuerda: tus ojos merecen el mismo cuidado que cualquier otra parte de tu cuerpo.